viernes, 22 de febrero de 2008

EL ORDAGO DEL AS DE OROS

Erase una vez un “as de oros” que vivía en el país de los SEISES, pero no era muy feliz, la vida allí era muy aburrida. Todos los días se juntaban todos los habitantes en la plaza, y su trabajo consistía en organizarse y desorganizarse continuamente. El primero en colocarse era su primo el seis de oros, que era –para ser sinceros- bastantes engreído, después su prima la siete o su hermano el cinco. Pero cuando alguno se dormía y llegaba tarde, empezaban a colocarse los seises de las demás familias del pueblo. Él como era el número uno de su familia tenía que esperar con el rey a que se colocasen todos y justo cuando todo estaba en orden se volvían a mezclar y empezaban de nuevo. Y así día tras día; además como no se podía mezclar con las demás familias, no tenía amigos con los que poder charlar o jugar.
Pero un día el as que estaba solo en casa se puso a pensar, a pensar… y a pensar; y llegó a la conclusión de que se estaba haciendo mayor y no le gustaba nada el futuro que le esperaba en su país; así que decidió lanzarse a conocer mundo y buscar algún sitio donde pudiera ser más feliz. Salió de su casa una noche cuando los demás estaban dormidos. Anduvo durante toda la noche y al amanecer se encontró en un cruce de caminos, a la izquierda había una señal que decía país de TUTE y a la derecha otra que decía bienvenido al país de BRISCA. Decidió probar suerte en el de TUTE. En cuanto entró en el país se dio cuenta de que todos le trataban como si fuera una persona muy importante, todos querían que fuera su amigo, que durmiera en su casa… Allí los ases eran las personas más importantes del país. Nuestro amigo se sentía muy agobiado, pues hasta ahora el siempre había sido una persona sencilla y humilde. Así que en un momento de despiste aprovechó para salir del país y se dirigió hacía el de BRISCA. Cuando entró en BRISCA era un poco tarde y ya no había nadie por la calle, se acercó a los establos y se acurrucó en un rincón para poder pasar la noche calentito. Pero al amanecer y a medida que sus habitantes iban apareciendo se dio cuenta de que allí también le trataban como a una persona importante, todos merodeaban a su alrededor, le hablaban, le sonreían,… El no estaba acostumbrado a tratar con gente, sólo con su familia. Se sintió tan confundido y agobiado que se puso a correr, a correr, a correr,…. y a correr. Y no paró hasta que dos días después se encontró con un nuevo país. Este país se llamaba CHINCHON, pasó allí un par de días, pero la vida allí era bastante parecida a la de su pueblo. Así que decidió seguir su camino.
Una noche cuando iba a tumbarse a dormir debajo de un árbol, distinguió las luces de otro país y decidió acercarse hasta allí. El país se llamaba POCKER y su sorpresa fue mayúscula cuando al entrar en él se dio cuenta de que sus habitantes eran muy extraños. Todos iban vestidos de color rojo o de color negro, pero sólo de un color y sus cuerpos tenían formas raras. Pero su sorpresa aumentó cuando se dio cuenta de que dos tipos extraños, llenos de cascabeles, saltaban sin parar a su alrededor. Allí como era diferente nadie quería ofrecerle ningún trabajo, por lo que decidió seguir su camino.
Pasó por el país de MUS y de ESCOBA…, pero ninguno le atraía demasiado. Una tarde cuando ya estaba pensando en regresar a su país, se encontró con una sota de copas que cogía agua en una fuente. La sota le ofreció su copa para beber. Al principio el as se sintió un poco confundido, pues en su país nadie podía hablar con nadie que no fuese de su misma familia, pero enseguida se hicieron buenos amigos. La sota le invitó a conoce a su familia. Ella vivía en el país de LAS SIETE Y MEDIA muy cerca de donde estaban. A nuestro amigo le gustó mucho lo que vio allí. Todos los días eran diferentes, todos eran amigos, no había diferencias por el número, ni por la familia a la que pertenecieras… la única norma que tenían era la de ir en grupos que formaran siempre la suma de siete y medio. Así que como mínimo tenían que ir juntos un siete y una sota, un siete y un caballo o un siete y un rey… y como máximo podían ir en total quince sotas, caballos o reyes juntos (cuando te encontrabas con un grupo de estos, parecía una manifestación).
Por fin, el as de oros se sentía a gusto en un sitio. Allí el podía elegir a sus amigos, su trabajo… tenía que esforzarse mucho, pero podía llegar con su esfuerzo a ser lo que él quisiera. Este era el país con el que siempre había soñada, así que todavía vive allí y es el dueño de una fábrica de chocolate, famosa en el mundo entero por sus chocolatinas en forma de moneda.

ID

No hay comentarios: